lunes, 22 de junio de 2009

El Sagrado Corazón de Jesús

En Escuernavacas hay varios días al año que relucen más que el sol (con permiso del refranero). Uno de ellos es el día que celebramos el Sagrado Corazón de Jesús.
Este año, el pasado sábado, día 20 de junio.
El día amaneció fresquito, bastante frío la verdad. Pero poco a poco el sol quiso unirse a la fiesta y a mediodía, ya calentaba como corresponde a un día de verano. El pueblo olía muy bien: a tomillo, a trajes de domingo y colonia, a niños alegres y muy peinaditos, a reencuentros, a ganas de fiesta.
Todos con nuestras mejores galas dispuestos a pasar un día grande, el día de fiesta de la primavera. Primero la misa de la que mejor no hablamos mucho (hay que saber qué se dice, cuándo se dice y en qué momento se dice señor oficiante).
Después, la procesión de los dos corazones: el de Jesús y el de su madre María, acompañados por todos nosotros y por el grupo de charros venidos para la ocasión.
La parada a la puerta de Lumi para ofrecerles el primer baile (y, de paso, para que los pobres “costaleros” pudieran descansar un poquito. Y también la costalera, que tuvimos representante femenina en la tarea).
Esta vez, y gracias al buen tiempo y a petición popular, se hizo el recorrido largo de la procesión para que las imágenes bendijesen al pueblo, a su pueblo. Y fotos, muchas fotos, y abanicos, muchos abanicos, agitados para dar un poco de fresco (sobre todo a esas madres expertas y novatas. Señor alcalde: la guardería empieza a ser más que urgente), y cánticos, muchos cánticos de los que se han cantado siempre acompañando nuestras procesiones.
Una vez terminada la parte estrictamente religiosa, todos a la Plaza para ver bailar a nuestros invitados. A pesar de la calorina, y que ya nos faltaban paredes que nos resguardaran del sol, estuvimos atentos a su demostración, admirando sus trajes (“pobrecillas, con este calor y esos trajes tan pesados”), sus movimientos (“¿cómo podrán tocar tan bien las castañuelas?”) y su destreza (“fíjate, qué bien bailan la botella”).
Nos enteramos que hay un baile llamado “de Escuernavacas” que ellos pasean por donde van, que acordarse de los ausentes bailando es un bonito homenaje, y entendimos que para bailar bien la edad no importa.
Para acompañar, esa sangría rica que ayuda a animar el momento y a mitigar la sed.
Y llegó la hora de comer. Todo preparado, todos a coger un buen sitio en la casa Grande, con los amigos, o con los novios, o con los hijos, o con los maridos, o con las mujeres. Barullo de hambre y estómago inquieto al ver el chorizo, el lomo, el jamón, el queso y el salchichón en el plato.
¡Y ese pan, que estaba tan bueno! El segundo plato no se quedó atrás: carne asada. Eso sí, alguien debió perder la salsita que le faltaba. A pesar de eso, se pudo repetir cuanto se quiso, e incluso de postre.
Muchas gracias a todos los que organizaron, prepararon, sirvieron, recogieron y ayudaron en todo. Realmente lo disfrutamos mucho.
La sobremesa fue una mezcla de baile (siempre hemos sido muy bailarines los del pueblo), charla, globos, juegos de niños (¡estos niños de hoy día tienen una puntería!) y risas, sobre todo muchas risas, que para eso son las fiestas, y los de Escuernavacas sabemos disfrutar de un día de fiesta como se merece. Gracias a todos los que vinieron, echamos de menos a los que no estaban y brindamos por ellos, y esperamos que el verano, oficialmente inaugurado con este día, sea estupendo para todos. El año que viene intentaremos hacerlo mejor.


Belén Blanco

4 comentarios:

  1. Me alegro que lo pasarais bien los que pudisteis ir !!!

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  2. Guardería ya !!!, jeje

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  3. GRACIAS GUAPA, POR NARRAR TAN DETALLADAMENTE LO ACONTECIDO ESTE DÍA TAN ESPECIAL PARA NUESTRO PUEBLO.

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  4. Me ha gustado mucho la cronica,has conseguido que los que no estuvimos lo hayamos vivido como si hubieramos estado allí de verdad, aunque solo sea el ratito de leerla.

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