jueves, 31 de marzo de 2011

Historias de la mili

Desde hace diez años los jóvenes españoles no se tienen que preocupar por hacer el serivio militar, en marzo de 2001, la mili pasó la historia.
Pero hasta entonces la mili fue para unos una manera de salir de casa y para otros fue todo un quebradero de cabeza.

Hemos pedido a Juan Luis Blanco que nos cuente cómo fue su serivicio militar y nos ha contado alguna cosilla que ahora os dejamos aquí.

Cuando él era mozo, se iban a la mili con 21 años, y tenían que estar fuera durante 15 meses. Les daban permiso para volver a casa, el problema era tener dinero para los billetes.
Un año antes de cumplir los 21, el ayuntamiento avisaba a los mozos de esa quinta para que fueran un día a tallarse al ayuntamiento de Moronta.
Era también el Ayuntamiento el que avisaba a cada mozo qué día tenía qué presentarse y dónde. Podía tocarte destino dentro de la península, en las islas, e incluso en África. Algunos paisanos hicieron su servicio militar en el continente africano.

Juan Luis nos cuenta que a él le tocó presentarse en el cuartel de Salamanca el miércoles santo del año 1951 (12 de abril) y estuvo allí hasta el domingo 15, día que partió para su destino final: Zaragoza.
Desde el cuartel fue con más compañeros a coger el tren, les tocó uno que había hecho un viaje previo con cerdos y les metieron en el mismo vagón, donde todavía olía un "poco mal", pero lo bueno es que pudieron aprovechar la paja de los cerdos para dormir. Salieron a las 4h. de la madrugada de Salamanca. Por la mañana pararon en Valladolid para comer, y les dieron pan y alguna otra cosa, pero a él no le gustó mucho, tuvo que echar mano del chorizo y demás comida que llevaba en la maleta, en la que sobre todo llevaba comida y alguna muda, ya que una vez en le cuartel les daban un petate con la ropa que deberían ponerse.
De camino a Zaragoza se puso a llover y el tren comenzó a calarse (no tiene buenos recuerdos de ese viaje ...) Pararon de nuevo a merendar en Calatayud.
Una vez en Zaragoza les llevaron a todos al cuartel.

El primer día les hicieron un reconocimiento médico, les dieron el petate con las mudas, un fusil (sin carga) y echaron a andar 5km hasta el lugar donde iban a estar durante 3 meses, el campamento, que estaba en mitad del campo, rodeados de nada.
Al llegar tocó montar las tiendas de tela, sujetarlas con estacas y poner las colchonetas de paja y centeno para dormir que duraron 3 días, luego tocó dormir en el suelo.

A 200 m. del campamento estaba el depósito de agua desde dónde se llevaba el agua a Zaragoza, pero no les dejaban acercar por allí, había un centinela vigilando. Bebían el poco agua que les daban, recuerda que esos tres meses pasó mucho calor y mucha sed.
A los dos meses de estar allí, juraron bandera: por Dios y por España.

Cómo anécdota de su estancia en el campamento recuerda que les habían dicho que el 25 de julio, día del Apostol Santiago, iría por allí el General de la Región, y para esa visita les hicieron limpiar el campo de rollos (dice que había unas temperaturas de 40ºC y ninguna sombra), así estuvieron varios días, recogiendo piedras para que al final el general no se dignara a hacerles la visita.

Sus compañeros de Zaragoza se podían ir a casa durante el fin de semana, pero les tocaba caminar hasta la ciudad. El resto de soldados también iban algunos domingos a la ciudad, caminando.

De vuelta en el cuartel la vida fue mejor. Él estaba en el cuartel de bateria antiaerea, había varios cuarteles muy cerca. De vez en cuando se iban de instrucción, cogían sus fusiles y les tocaba irse al campo.

El cuartel en el que estaba era muy frío, y no había calefacción, pero tuvo la suerte de ser amigo de dos soldados que se encargaban de la caldera de la calefacción para los altos mandos y muchas noches se quedaban a dormir allí, en el cuarto de la caldera.
También tuvieron suerte cuando fue otro coronel y probó la comida que les daban a los soldados en el comedor, y dijo que "los soldados deben estar bien alimentados", desde ese día la comida fue mejor.
Y dependiendo del coronel, te daban permisos de 8, 15 ó 30 días para ir a casa. Él pudo volver alguna vez al pueblo durante los 16 meses que duró su mili.
Cuando se licenció, cogió varios trenes hasta llegar a Fuentes de San Esteban, de allí cogió la linea que pasaba hacia Traguntía, y allí le estaban esperando con una mula para volver al pueblo.

¿Alguién recuerda su "mili"; nos lo quiere contar?

8 comentarios:

  1. ¿Las chicas podemos contar "las milis" de nuestros chicos? Porque mira que se ponen pesaditos con eso.

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  2. Jo que guay la historia, que dura la mili,no? yo no tenía esa idea, pensé que era muy aburrida y pesada, pero no en esas malas condiciones...

    De todas formas los hombres mayores siempre están contando historias de la mili, Juan Luis entre ellos, a si que supongo que a pesar de todo, también pasaron buenos ratos y risas.

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  3. Si no ibas a la mili ,según el dicho popular,no te hacías hombre.Aesa edad se podía con todo lo que te echaran y más

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  4. Me ha gustado la hª de la mili de Juan Luis, me recuerda lo que me contaba mi padre de su mili, que por cierto, a él también le tocó en Zaragoza.

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  5. Además yo creo que en esa época también les servia para conocer un poco de mundo, lo cual no es poca cosa...

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  6. Creo haber escuchado a Bernardo que él hizo la mili en SIDI IBNI (Sidi Ifni es una ciudad del sudoeste de Marruecos, en su costa atlántica y a 180 kilómetros al sur de Agadir. Capital del antiguo territorio español de Ifni).Sería muy interesante que él nos contara como era el asunto por aquellos territorios. Anímate Bernardo! Mi padre, Santos , la hizo en Ceuta y sabía contar "en moro" hasta el 20; que por cierto, mis hijos de pequeños alucinaban cuando lo hacía, y anda que no presumían ellos de esos saberes del abuelo...
    Antonia

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  7. que bueno el señor santos
    bernardo animate!

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